Mucho amor a la patria y poco conocimiento de la Historia

El informador 16/09/2010 - Francesco Minella Ver el artículo original

El desconocimiento de los jóvenes respecto a la historia tiene que ver con fallas en el sistema educativo del país.

Los estudiantes comparan a Miguel Hidalgo con el Presidente Felipe Calderón y el personaje de ciencia ficción Terminator.

GUADALAJARA, JALISCO (16/SEP/2010).- Orgullo nacional e Historia son dos realidades distintas en el mundo de los jóvenes. Por un lado el amor por la patria, por el propio país y por su libertad, y por el otro, una paradójica ignorancia, superficialidad y confusión sobre su propia historia. En una encuesta realizada por El Informador e Infolectura en cuatro escuelas de nivel medio y en una universidad, quedó de manifiesto la confusión. No faltó quien dijera, por ejemplo, que Benito Juárez fue un héroe de la Independencia, o que Silvia Pinal peleó al lado de Morelos.

A la pregunta “¿Con cuál personaje de la Independencia te identificas más?”, algunos respondieron Pancho Villa, Emiliano Zapata, pero la figura más destacada es sin duda la de don Miguel Hidalgo. Junto a él aparecieron solamente un pálido Morelos y una desdibujada corregidora, doña Josefa Ortiz de Domínguez.

Víctor, un corpulento estudiante de secundaria, no tiene duda en comparar a Miguel Hidalgo con Felipe Calderón, “porque es un hombre que lucha mucho”. Daniel, alumno de preparatoria, lo tiene muy claro, dice que “Hidalgo es como Terminator, porque él a eso se dedicaba, a matar personas mientras andaba defendiendo a nuestro país”. Hubo, sin embargo, un significativo porcentaje de jóvenes totalmente desinteresados en los héroes de la Independencia, como Miguel Ángel, un joven seguro y callado, quien abiertamente declara que no se identifica con ninguno y que no le interesa el tema. O Esteban, que sencillamente admite: “Ninguno de ellos es mi estilo”.

Más allá de Hidalgo, Morelos y doña Josefa, el resto de los héroes de la Independencia como Mariano Matamoros, Mariano Jiménez, Ignacio López Rayón y Nicolás Bravo tienen apenas un reconocimiento de 1% a 2 %, mientras otros personajes que nada tuvieron que ver con la gesta de 1810, como Álvaro Obregón, Adolfo López Mateos, Francisco I. Madero, José Doroteo Arango, hasta Silvia Pinal, María Félix y Octavio Paz fueron identificados como “héroes de la Independencia” por 5% de los alumnos.

No obstante el profundo desconocimiento de la historia, todos están listos para participar en los festejos del Bicentenario. “Sí, porque soy mexicano”; “todos nos tenemos que sentir parte. Todos somos México”; “todos somos una familia mexicana unida y todos respetamos nuestras tradiciones”; “si ellos lucharon por nosotros, somos parte de ellos”, fueron algunas de las respuestas a la pregunta de si los jóvenes se sentían identificados con las celebraciones.

Jesús Gómez Fregoso, historiador, explica esta aparente contradicción entre patriotismo y desconocimiento de la Historia: “Esta falta de interés y cultura histórica es falla del sistema educativo de nuestro país. La Historia está desapareciendo en todos los niveles educativos”. Subraya además el papel que hoy juegan la familia, la televisión y todos los medios de comunicación en el desinterés de los chavos por su propia historia.

El amor a la patria se puede ver en las respuestas a la pregunta sobre su posición ante los festejos del Bicentenario. Casi la mayoría está de acuerdo en las celebraciones, las aprueba porque “va a ser un reconocimiento de los 200 años de libertad que tenemos”, nos dice Luis Fernando, sin quitarse los audífonos. “Es una celebración que a todos les debe gustar y deben de estar orgullosos de ella”, añade Miguel Ángel.

El único desacuerdo apuntado por algunos jóvenes, además de lamentar la escasa información sobre lo que se hará en los festejos, está relacionado con la excesiva cantidad de dinero empleada por el Gobierno sólo y exclusivamente para esta ocasión. Para Aldo, alumno de secundaria, “se puede festejar sin gastar tanto”, mientras que Esteban, de preparatoria, refuerza exclamando escandalizado: “¡ay, no frieguen, es un dineral!”

Hay, sin embargo, quienes aprueban los gastos porque es “un reconocimiento pa’nuestra libertá”, o porque, según Juan José, se trata de algo “muy representativo”. Daniel irónicamente añade: “ta’ bien, es más los que nos quitan”. En este variado panorama, existe también una minoría de jóvenes que han mostrado un total desinterés al respecto.

Sobre la relación existente entre los jóvenes y el Bicentenario, Gómez Fregoso dice en llamado de atención: “Existe el peligro de una decepción del sistema político. Ahora algunos chavos identifican México con Calderón y esto influye en forma negativa en la visión del Bicentenario, en tanto hay una creciente decepción por todos los problemas que están afectando a nuestro país. Y esto puede afectar en el sentido que se identifique a México con narco, mentiras, transas y no con Morelos, Hidalgo....

Muchos jóvenes rechazan el festejo por el sistema actual. Esto ha sido causado por muchos años de decepción y frustración. Por ejemplo, en Jalisco se pensaba que con el PAN todo iba a cambiar, pero no. La decepción se pasa del mundo político a otros terrenos, causando así no sólo decepción de México, sino incluso asco de México. Es necesario recuperar la libertad, la soberanía nacional, pero también luchar contra la esclavitud en el sentido amplio de la palabra. Y no es menos importante la laicidad del Estado. De hecho la Independencia está ligada con el catolicismo, única religión en aquel entonces. Ahora el problema es que se confunde Estado laico con Estado antirreligioso”.

Maestro de historia de decenas de generaciones en la Preparatoria 2, Gómez Fregoso insiste en que la única forma de cambiar la visión acartonada de la historia es que los jóvenes “la conozcan con mente abierta; que procuren dejar prejuicios, que no es fácil, pues la verdad puede contradecirte o incluso a veces hasta ofender”. Sin embargo, el maestro e historiador manifiesta cierto optimismo al admitir la presencia de un intenso sentimiento “patriotero y patriótico” que se traduce en un sentimiento de pertenencia, aunque sea sólo en momentos especiales y en medio de esta aparente contradicción en la que se es capaz de “amar la patria sin conocer su historia”.

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