Cabildeando por la obesidad

El universal
Editorial
22 de abril de 2010

De pronto el panorama se complicó para la ley antiobesidad que, entre otras cosas, planeaba imponer 30 minutos diarios de ejercicio en las escuelas, así como la facultad a la SEP de cancelar los permisos a las cooperativas que vendan comida chatarra. El apoyo a la ley se desvaneció al mismo tiempo que los cabilderos aparecieron, una casualidad que por la experiencia previa parece confirmar una regla: ninguna legislación puede avanzar en este país sin el consentimiento de los intereses privados representados por los lobbystas.

Ya aprobada por la Cámara de Diputados, sólo hacía falta el aval del Senado, pero en coincidencia con la presencia de cabilderos de la industria alimentaria, los senadores del PRI y del PRD en las comisiones unidas de Educación, Salud, y de Estudios Legislativos, rechazaron la iniciativa. Falta tiempo y más discusión, dicen, aun cuando el tema ha sido discutido ya en dos foros distintos.

No hay pruebas para asegurar que la demora se deba a la presión de los empresarios, y ése es justo el problema: no existe forma de saberlo. ¿Qué es lo que los legisladores discuten o pactan en sus reuniones con los cabilderos? Se puede inferir corrupción, dados los sorprendentes cambios de posición que de un día para otro sufren diputados y senadores después de reunirse con ellos. Sin embargo, la opacidad nos impide confirmar el posible intercambio de leyes por viajes, regalos y otras dádivas.

El pasado 17 de marzo el senador perredista Carlos Sotelo, a nombre de su bancada, presentó una iniciativa de Ley Federal de Cabildero para frenar los “propósitos oscuros y contrarios al bien común de diferentes grupos de interés”. Lo mismo dijo Josefina Vázquez Mota el 13 de marzo al presentar la propuesta panista: “El cabildeo se debe hacer de cara a la ciudadanía y con reglas claras, para que no sean los más poderosos e influyentes los únicos o casi los únicos que puedan hablar para la modificación de leyes en este país”. Por su parte, Jesús María Rodríguez Hernández, en voz del PRI, presentó una iniciativa también con el objetivo de regular el cabildeo. “Debemos recuperar la credibilidad de los diputados”, argumentó el 6 de abril.

Nada más se ha sabido sobre el asunto. Lo cierto es que los legisladores han sido incapaces de hacer algo al respecto. Desde 2002 se han presentado 10 iniciativas distintas que buscan constituir un registro público de cabilderos. Ninguna ha prosperado.

Están en puerta la ley antimonopolios, la ley de medios, la reforma fiscal y la reforma laboral. Todas ellas afectan poderosos intereses. ¿Podrá el Congreso aprobarlas sin controlar antes a los cabilderos? Los antecedentes recomiendan lo contrario.

El texto original fué tomado de aquí.

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