Nuevos vientos en el magisterio


http://www.jornada.unam.mx/2013/05/21/opinion/019a2pol

Luis Hernández Navarro

Este 15 de mayo, la celebración del Día del Maestro fue diferente a la de años anteriores. El centro del acto oficial no fue el reconocimiento presidencial a la labor del magisterio ni el anuncio del incremento anual al salario de los docentes, sino la defensa de la reforma educativa.

En contraste, en más de la mitad de las entidades del país, centenares de miles de maestros tomaron las calles para exigir la abrogación de la reforma educativa y denunciar el raquítico aumento obtenido por la dirigencia institucional del sindicato.

La ceremonia oficial en Los Pinos estuvo marcada por la ausencia de Elba Esther Gordillo, al frente del sindicato magisterial durante casi 24 años, y hoy inquilina en el reclusorio de Tepepan. Su lugar fue ocupado, con más pena que gloria, por Juan Díaz de la Torre. Su presencia fue de utilería. Como menciona la nota de Rosa Elvira Vargas y José Antonio Román en La Jornada, Peña Nieto hizo referencia al SNTE sólo en dos ocasiones.

Las movilizaciones magisteriales del 15 de mayo muestran que el descontento contra la reforma educativa es una bola de nieve que crece cada día. Se extiende a estados en los que aparentemente no sucede nada y se radicaliza. En Chiapas, los profesores de la sección 7, comenzaron un paro indefinido de labores. En Baja California, los docentes bloquearon durante 90 minutos la garita internacional Tijuana-San Isidro.

Enrique Peña Nieto dijo en Los Pinos que la educación no se privatiza ni se concesiona, que es y seguirá siendo una función pública irrenunciable del Estado mexicano. Aseguró que los derechos del magisterio están a salvo. Los maestros democráticos lo desmintieron. Denunciaron que la reforma educativa abre la puerta a la privatización de la enseñanza y afecta gravemente conquistas laborales, como la de la permanencia en el empleo.

En la ceremonia estuvo presente, pero no habló, Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública. Sus continuos desplantes autoritarios han polarizado el mundo educativo. Sus muy desafortunadas declaraciones sobre la reforma y el conflicto magisterial han avivado la llama del descontento entre los profesores.

Para los maestros, la negociación salarial fue un fracaso. El SNTE obtuvo apenas un aumento directo al sueldo de 3.9 por ciento, 1.7 en prestaciones y 0.35 en otras bolsas de apoyo. El resultado está por debajo de lo alcanzado en años anteriores. Es la primera ocasión en los últimos siete años, que el sindicato no rebasa el tope salarial para los trabajadores.

El 14 de mayo, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, y los dirigentes de PRI, PAN y PRD se reunieron durante dos horas con una comisión de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Los maestros presentaron un programa alternativo de enseñanza, claramente diferenciado de la nueva reforma, titulado Hacia la educación que necesitamos los mexicanos, que hizo evidente que tienen propuestas educativas sólidas. Además, expresaron sus críticas y preocupaciones a la reforma y exigieron su abrogación. Los integrantes del pacto respondieron que no hay marcha atrás en ella y ofrecieron presentarles un documento explicando sus bondades. Al finalizar quisieron que se hiciera una declaración conjunta ante la prensa, pero los profesores se negaron a tomarse la foto con ellos.

“La reunión –resumió como balance Francisco Bravo, secretario general de la sección 9 democrática– puede ser la base para avanzar y construir acuerdos, pero también puede quedarse en una reunión de buenas intenciones.”

Mientras, cobra fuerza entre especialistas educativos y juristas una interpretación de los alcances y contenidos de la reforma, contrapuesta tanto a la defendida por Emilio Chuayffet como a la incorporada en las propuestas de legislaciones secundarias que se analizan en la Cámara de Senadores. Este análisis aborda tres conflictos: federalismo educativo, evaluación única y permanencia en el empleo.

La reforma –apunta esta lectura– no es centralista, ya que no enuncia de manera explícita que la rectoría de la educación será exclusiva de la Federación, e, incluso, deja algunos espacios abiertos para la incorporación del orden local y municipal en dicha actividad.

Sobre la evaluación, señala que la reforma la define como obligatoria, pero no como única. El concepto de evaluación única no aparece una sola vez en la iniciativa del Ejecutivo o los dictámenes de ambas cámaras. Además, una reforma educativa con una evaluación única sería contraria al orden constitucional, que indica que hay que fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad. Por ello, –sostiene– se puede acordar en la legislación secundaria la disposición a efectuar una evaluación elaborada a partir de los lineamientos del INEE, pero con contenidos regionales propios.

La reforma –señala esta interpretación– condiciona la permanencia en el empleo a la evaluación, pero se refiere no a quienes ya están trabajando y adquirieron derechos, sino a quienes se vayan integrando al servicio docente a partir de la promulgación de la nueva legislación. El derecho a la irretroactividad cuando una norma nueva sea perjudicial, es un derecho constitucionalmente reconocido a los maestros y a todo mexicano en términos del artículo 14 de la Constitución.

Nuevos vientos soplan en la educación pública. La resistencia magisterial contra la reforma educativa crece y se extiende nacionalmente. Las negociaciones entre ese movimiento, el gobierno federal y el Pacto por México comienzan a abrirse. Nuevas lecturas de la reforma que liman sus aspectos más punitivos y controladores comienzan a abrirse paso entre especialistas educativos y juristas. La economía se desploma. El gobierno federal necesita concentrarse en sacar adelante las reformas para aumentar y generalizar el IVA y privatizar Pemex. Para hacerlo, le urge quitar presión a las protestas de los maestros, convertidos en un actor incómodo e inesperado. ¿Dejará de lado algunos de los aspectos más negativos de la reforma educativa? El desenlace de esta historia no está escrito. Pero, por lo pronto, los nuevos vientos anuncian tempestades.


¿Qué educación?


http://www.jornada.unam.mx/2013/05/09/opinion/026a1pol

Adolfo Sánchez Rebolledo

Es un lugar común decir que el destino de la reforma constitucional en materia educativa será el que le confieran las leyes correspondientes que aún están por aprobarse en el Congreso. Se ha divulgado que las iniciativas están terminadas, listas para discutirse, pero lo cierto es que mientras se extiende el conflicto magisterial, el gobierno se abstiene de informar, lo cual no ayuda a canalizar racionalmente el debate ni a distender el clima de confrontación que hasta el día de hoy acompaña a la reforma. Resulta inexplicable que la Secretaría de Educación Pública no salga a defender la exposición de motivos que inspira el proyecto gubernamental o, por lo menos, a rechazar las que considera como interpretaciones erróneas en torno a la gratuidad, el carácter público de la escuela y la visión punitiva de la evaluación que alimentan el temor de vastos contingentes de profesores cuya labor se realiza, justamente, en las regiones donde la precariedad y el desamparo son realidades ominosas pero tangibles.

Allí, como en todo el país, la autoridad tiene la responsabilidad de informar y convencer, no menos que los partidos que dicen representan a la ciudadanía, pero es obvio que esa preocupación si existe ha fracasado. El solo hecho de que la Secretaría de Gobernación sea la que lleva la voz cantante en las “negociaciones” con los maestros disidentes y no la de Educación, repito, da cuenta de la anomalía de origen que está en este delicado asunto. Por cálculo, desdén burocrático o burda impericia, una vez más, como en tantos otros problemas, se ha dejado correr la situación hasta que ésta llega al punto de la confrontación que, al parecer, es el único que conmueve a una sociedad cada vez más acostumbrada a observar la vida bajo la óptica del maniqueísmo televisivo, a juzgar a los movimientos sociales menos por sus causas y objetivos que por sus (¿fatales?) impactos negativos en la vida cotidiana. Sin embargo, la autoridad no mueve un dedo hasta que las cosas la obliguen a intervenir “con toda la fuerza del Estado”, según la frase hecha acostumbrada, lo cual condiciona, a su vez, la táctica de violentar las reglas para hacerse escuchar, dejando ver que los mecanismos democráticos, la legalidad y el diálogo son instrumento ficticios en estas latitudes. Lejos de atender el origen de la protesta –cuando ésta es real y documentable, no como en la UNAM–, se abre el espacio a la imaginación conspirativa, a toda suerte de prejuicios autoritarios (de los que no escapan tampoco los disidentes) y se deja el terreno en manos de provocadores que se agigantan a la vista del fuego.

Sin embargo, es un hecho que la educación es uno de los temas nacionales que más preocupan a la ciudadanía y su tratamiento debería concitar atención, responsabilidad y respeto. Hay que ver tan sólo la clase de esfuerzos que realizan las familias pobres para que sus hijos reciban al menos las primeras letras, aunque luego el “sistema” los recicle como analfabetos funcionales. Y es que, por mucho que se hable de las aspiraciones pedagógicas, lo cierto es que la enseñanza no puede sustraerse al entorno social y por lo tanto debería juzgarse con criterios integrales para dar respuestas adecuadas a situaciones concretas. Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), recogidos por este diario, las condiciones de pobreza afectan a por lo menos 8.5 millones de estudiantes de prescolar, primaria y secundaria, que viven en comunidades de muy alta y alta marginación en el país”. Acuden a 124 mil planteles que enfrentan carencias de infraestructura y equipamiento, pero el mayor problema desde el punto de vista escolar estriba en las condiciones de vida de los niños y jóvenes que son atendidos en ellos. El relato del maestro Daniel Hernández, que trabaja en una comunidad a 16 horas de la capital oaxaqueña, ilustra la situación: “Todo sigue igual. Escuelas de carrizo, alumnos sin zapatos que llegan sin probar bocado. Y toda su subsistencia depende de la tierra, donde siembran maíz, chile, calabaza y ejote. Empleo no hay. Toda su esperanza para alimentarse está en la milpa de temporal… Los niños no tienen ninguna comodidad. No hay camas ni estufa en la casa. Y con esas condiciones llegan a la escuela con hambre. Muchos se aguantan, pero buscamos darles aunque sea una tortilla con sal, porque nuestra tarea no sólo es educar. También hay que estar comprometido con la comunidad y enfrentar sus carencias.”

La pretensión de llevar adelante la reforma educativa sin considerar esas diferencias regionales, culpando al maestro por las fallas del sistema, sería tanto como consagrar para la eternidad la desigualdad que ya caracteriza al modelo educativo mexicano, con sus grandes divisiones entre la enseñaza urbana y la rural, la pública y la privada, pero también entre aquella que atiende con calidad a los educandos y la que sólo aparenta instruir para acreditar el presupuesto… o el negocio confesional y la inversión particular. Claro que la educación nacional está en crisis y es necesaria la reforma, más allá de si se compran o no millones de computadoras y otros insumos apantallantes descontextualizados, pero es imposible suponer que en este punto tras las disputas pedagógicas no habrá diferencias ideológicas que dirimir, pues por mucho que se esfuercen los sabios en la materia, también aquí se juegan los intereses, las visiones del mundo, los valores.

Justo porque esas contradicciones son reales y no invenciones transnochadas es que nos urge un acuerdo en lo fundamental para saber qué educación queremos y qué maestro necesitamos para salir de esta crisis y avanzar hacia el futuro. No basta con que los partidos y sus representantes suscriban un pacto o se agreguen líneas a la Constitución. Aún es necesario escuchar las voces de la sociedad, sobre todo de los maestros y de los jóvenes, antes de que pierdan la esperanza. Y llevarlas a la ley.


Con Calderón el desempleo juvenil se disparó 44.7%, revela la OIT


http://www.jornada.unam.mx/2013/05/09/economia/032n2eco

Susana González
Periódico La Jornada
Jueves 9 de mayo de 2013, p. 32

A nivel mundial este año habrá 73 millones de jóvenes desocupados

Durante el gobierno del ex presidente Felipe Calderón la tasa de desempleo juvenil en México se disparó 44.7 por ciento, revelan estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el informe Tendencias mundiales del empleo juvenil 2013: una generación en riesgo, que se difundió este miércoles.

En 2006, cuando comenzó el segundo gobierno del PAN, la tasa de desempleo juvenil era de 6.7 por ciento, es decir que entre seis y siete jóvenes mexicanos no tenían trabajo, pero en 2012, último año comparable entre las naciones analizadas por la OIT y que coincide con el término del gobierno calderonista, la tasa llegó hasta 9.7 por ciento, o sea que abarcó a entre 9 y 10 jóvenes. Este último porcentaje se traduce en un millón 308.2 mil mexicanos de 14 a 29 años que carecían de trabajo a finales de 2012, de acuerdo con la encuesta nacional de ocupación y empleo; dicha cifra representó 52.5 por ciento del total de desempleados en el país.

La OIT desglosa el desempleo juvenil entre hombres y mujeres de los datos oficiales que obtiene de los países que analiza. En el caso de México el de varones subió 54.2 por ciento en el periodo mencionado, al pasar de una tasa de 5.9 a 9.1 por ciento. En tanto, la tasa de mujeres jóvenes que no tienen trabajo subió 30.8 por ciento, ya que en 2006 era de 8.1 y en 2012 fue de 10.6 por ciento.

Si bien la mayoría de los países analizados por la OIT reportaron incrementos superiores al de México en el desempleo juvenil, principalmente los europeos, como España, donde fue de 191 por ciento (pasó de 18 a 52.4 por ciento), o Grecia, con un incremento de 115 por ciento (de 25 a 54.2 por ciento), hay naciones que lograron reducir este índice.

Otra estadística del informe revela que sólo México y Corea presentaron porcentajes de 3.3 y 3.4 entre jóvenes desempleados que permanecieron sin trabajo durante al menos seis meses, lo que contrasta con casos que van de 10 por ciento en Canadá a 12.9 en Finlandia, y 15.8 por ciento de Suecia. El promedio en este renglón fue de 35 por ciento para los países de la OCDE. Las tasas máximas fueron hasta de 60 y 70 por ciento en Grecia, Irlanda y Eslovaquia.

La OIT pronosticó que este año habrá 73.4 millones de jóvenes desempleados de 15 a 24 años en el mundo, “cerca de los niveles alcanzados en el peor momento de la crisis de 2009”. Es una tasa de 12.6 por ciento y representa un aumento de medio millón de desocupados jóvenes respecto a los 72.9 millones de 2012, cuando la tasa fue de 12.4.

Advirtió que el problema seguirá avanzando, pues de 2012 a 2018 los desocupados jóvenes pueden aumentar en más de 2 millones, y el efecto de este fenómeno repercutirá durante décadas, “socavando el potencial de crecimiento de las economías”.


Una propuesta educativa desde el México profundo


http://www.jornada.unam.mx/2013/05/07/politica/019a2pol?partner=rss

Luis Hernández Navarro

El pasado jueves 2 de mayo, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), entregó a la Secretaría de Go­bernación un documento titulado Hacia la educación que necesitamos los mexicanos (http://cnteseccion9.wordpress.com/). Allí, en seis apretadas cuartillas, se resumen tanto sus razones para oponerse a la reforma educativa en curso como su propuesta pedagógica.

El proyecto alternativo del magisterio democrático expresa el sentir de cientos de miles de docentes de todo el país, sobre todo de los provenientes de los estados con mayor pobreza, marginación y violencia. También de aquellos que laboran en las orillas de los grandes centros urbanos, muy lejos de los enclaves de prosperidad. Ellos atienden a una parte muy importante de la población que no tiene al español como primera lengua, a hijos de familias partidas por la migración y a pequeños de poblaciones rurales ajenas a cualquier bienestar material.

Hacia la educación que necesitamos los mexicanos es un programa de enseñanza elaborado a partir de las raíces sociales profundas de los profesores democráticos y de su compromiso con el país. Un texto surgido de su presencia como maestros –y a menudo como líderes cívicos y sociales– en comunidades (muchas de ellas indígenas), pueblos y ciudades de todo el país. Ellos conocen, mejor que cualquier autoridad gubernamental, muchas de las partes más problemáticas de la nación. Son testigos directos de la incapacidad del Estado para dar una educación digna a niños y jóvenes. Desde hace décadas, se han encargado, en condiciones verdaderamente difíciles, con muy pocos recursos y grandes carencias, de formar a estudiantes que con frecuencia llegan a las aulas sin probar bocado, presionados para dejar la escuela a la brevedad.

Su propuesta educativa surgió de multitud de foros, talleres, reuniones, seminarios y encuentros pedagógicos efectuados a lo largo de más de tres décadas. Es una síntesis de una diversidad de experiencias prácticas conscientemente ignoradas o desconocidas por los funcionarios educativos. Allí se resumen propuestas como el Plan alternativo para la transformación de la educación en Oaxaca (PTEO), el movimiento pedagógico José María Morelos y Pavón de Michoacán, las escuelas altamiranistas de Guerrero y muchos otros proyectos más elaborados en escuelas o regiones escolares de distintas entidades.

En el documento los maestros ratifican su rechazo a la reforma educativa, porque lo único que ofrece es que habrá más exámenes estandarizados y todo un aparato de supervisión y vigilancia sobre niñas y niños, maestros y escuelas. Porque no es una reforma que retome las grandes carencias y les ofrezca una respuesta más allá de medir, vigilar, estimular y castigar. Por el contrario, se trata de una norma persecutoria que amenaza con despedir a miles de maestros y con seguir descalificando como insuficientes a millones de niños. Es una legislación centralista, atentatoria de la pluriculturalidad y multietnicidad de la nación. Se trata de una reforma acordada vertical y autoritariamente, sin una discusión nacional, al margen de quienes deben llevarla a cabo: los maestros de banquillo.

Hacia la educación que necesitamos los mexicanos propone una verdadera transformación de la enseñanza basada en una educación humanista que sustituya los valores del mercado por la práctica de valores universales; que recupere y coloque en primer plano el respeto y la ampliación del derecho humano a la educación, el fortalecimiento de la educación pública y un proceso educativo sólidamente arraigado en las necesidades del desarrollo de las personas y de sus comunidades y regiones.

Advierte el grave problema de la desigualdad en la enseñanza que existe en el país. Para enfrentarlo, propone aprobar el gasto de 12 por ciento del PIB para la educación a fin de garantizar la ampliación de la infraestructura en educación en todos los niveles, equipamiento y número de maestros. En 2013 se le asignó apenas 567 mil 379 millones de pesos, equivalente a 3.78 por ciento del PIB.

Los maestros democráticos exigen que todos los centros escolares del país cuenten con las condiciones óptimas materiales y humanas para desarrollar su labor. Demandan, además, de la actualización de docentes que se encuentran en servicio en todos los niveles. Sostienen que se necesita de un sistema nacional de bibliotecas presenciales y virtuales y acabar con el analfabetismo.

La CNTE no se opone a la evaluación, sino que propone una distinta, de abajo arriba. Una evaluación horizontal realizada desde las propias escuelas y comunidades, desarrollada como un ejercicio dialógico (basado en el diálogo y razonamiento) a nivel de cada zona, región y entidad federativa. Una evaluación que, al mismo tiempo que describe los problemas, analiza los factores que los causan, los remedios que pueden darse y recoge las experiencias exitosas de maestros y escuelas para mejorar la educación.

Propone que en cada escuela se forme un consejo de evaluación electo por la comunidad, que considere diversos elementos como las condiciones materiales del plantel, el trabajo docente, la carga administrativa, asistencia regular de alumnos, aprovechamiento académico, desempeño de las autoridades educativas. Este modelo debe reproducirse a escala estatal.

Los maestros democráticos sostienen que se requiere refundar las escuelas normales para fortalecer su misión histórica. El normalismo –afirman– debe defenderse y fortalecerse. Demandan la asignación de la plaza automática para todos los egresados de las escuelas normales públicas, quienes fueron acreditados por una institución formadora reconocida oficialmente y cuentan con el perfil y el derecho correspondiente.

La CNTE demanda cambios constitucionales y legales que al tiempo que establecen los grandes propósitos de la educación y sus condiciones mínimas, crean un marco donde las regiones del país puedan expresar y responder a sus necesidades en el entorno del federalismo y una sola nación y también una sola, pero diversa, educación. Su propuesta nace de lo profundo de una parte muy amplia del México profundo.


Investigación y desarrollo tecnológico


http://www.jornada.unam.mx/2013/05/06/opinion/022a1pol

Iván Restrepo

Durante sus sexenios el señor Fox y el becario de Harvard presumieron el mayor gasto público en investigación y desarrollo tecnológico porque, dijeron, un país que no invierte en esos rubros está destinado a ser dependiente y a no utilizar racionalmente sus recursos naturales. Por ejemplo, la enorme riqueza en biodiversidad, codiciada por las trasnacionales farmacéuticas y químicas a fin de patentar y explotar comercialmente sus hallazgos. Ahora un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ofrece datos que muestran el grave retroceso que México tuvo en la docena trágica en investigación y desarrollo. Ya éramos los coleros en la OCDE en esos rubros, pero especialmente durante el gobierno del becario el retroceso fue aún mayor, pese a que hubo ingresos de divisas nunca vistas gracias al petróleo, el turismo y el envío de remesas de los paisanos desde Estados Unidos y Canadá. Y que se presumieron machaconamente grandes avances en lo económico, educacional, ambiental y social.

Ni el gobierno ni el sector empresarial gastaron efectivamente más en ciencia y tecnología. Estamos muy lejos de igualar lo que invierten Corea del Sur, China, Dinamarca, Alemania o Estados Unidos y que explican en muy buena parte sus éxitos económico-sociales. En México, en cambio, las medidas para incentivar la inversión privada en los renglones anteriores dejan mucho que desear. Se sigue el camino de importar tecnologías en vez de lograrlas internamente. Los centros de investigación trabajan con serias limitaciones presupuestales, hay desocupación entre quienes terminan sus estudios en universidades y centros tecnológicos, mientras falta personal capacitado en, por ejemplo, las áreas relacionadas con el medio ambiente, las energías no convencionales y la administración de los recursos naturales. Otro sector con desempleo es el de las ciencias agropecuarias, mientras urge una revolución productiva que permita obtener la autosuficiencia alimentaria y exportar cosecha con alta demanda internacional.

La OCDE señala que otro obstáculo importante para lograr un mejor desarrollo científico en México es el sistema educativo y la formación de especialistas en ramas relacionadas con la ciencia y la tecnología. Eso sólo se alcanza con apoyos financieros públicos y privados suficientes y con una educación de calidad que comienza en la primaria.

En el caso del medio ambiente y los recursos naturales las carencias son evidentes cuando el actual gobierno promete obtener el desarrollo sin deteriorar, buscando la sustentabilidad. Para ello se requieren cuadros preparados y con salarios decorosos, centros de investigación bien equipados y con los recursos suficientes para realizar sus trabajos. Y además, coordinando sus tareas con el sector público, el privado y la sociedad. Especialmente con quienes viven en regiones con alta biodiversidad.

Un renglón que muestra el error de no invertir en ciencia y tecnología es el de las fuentes alternas de energía: solar, eólica, geotermia, biogás. Quienes se dedicaban a esas áreas en varios centros de investigación hace 35 años, insistieron en esa época ante las instancias oficiales sobre de la necesidad de apoyar sus trabajos a fin de aprovechar las innumerables ventajas que México tiene para aprovechar dichas fuentes. Porque no contaminan, son renovables y no contribuyen al calentamiento global como los hidrocarburos. Se ignoraron entonces y después esas propuestas y quedamos rezagados a escala global. Hoy las trasnacionales energéticas sientan sus reales en México. En especial las de España donde, gracias al apoyo gubernamental, se logró avanzar en unas cuantas décadas en la materia al grado de sobresalir a escala mundial en generación eólica y solar. Aunque por erróneas políticas de planeación, incentivos fiscales y la crisis tiene ya problemas en su huerto solar.

Durante su visita a México, el presidente Obama habló de la ciencia y la educación como motores del progreso. Ojalá no lo olviden los funcionarios que lo escucharon y aplaudieron y hoy tienen bajo su responsabilidad la marcha del país en esos y otros rubros.


México SA


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Carlos Fernández-Vega

Alimentos a precio de oro

Hambre y ganas de comer

Niñez, ¿futuro de la patria?

Parece chacoteo, una perla de humor negro: en plena Cruzada Nacional contra el Hambre, la OCDE tuvo a bien informar que México es el país que registra el mayor incremento de precios… en alimentos, tanto que resulta cinco veces mayor al crecimiento promedio que en el mismo renglón reportan los 34 países integrantes de la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Entonces ¡combátase el hambre… con alimentos cada vez menos accesibles para los hambrientos!, y un programa oficial que carece de recursos presupuestales propios (mendiga dineros de aquí y allá para medianamente dar cuerpo a la estrategia de combate).

Salvo Turquía (con una inflación de 8.1 por ciento en el renglón mencionado), no hay una sola nación perteneciente a la OCDE, al Grupo de los 7, a la Unión Europea y/o a Europa toda que registre un crecimiento tan abultado en los precios de los alimentos como el que reporta México, país cuyo gobierno no pierde ocasión para promover su decisión de abatir la pobreza alimentaria, en la que oficialmente sobreviven alrededor de 28 millones de habitantes (dato de 2010), es decir, no les alcanza siquiera para comer.

En México se juntó el hambre con las ganas de comer: el crecimiento de los precios en alimentos duplica el incremento de la inflación en su conjunto (y el del aumento a los salarios mínimos), y casi triplica el del avance de los indicadores generales que no incorporan el impacto de alimentos y energía. Al mismo tiempo, resulta ocho veces mayor a la inflación que en el mismo rubro reporta Estados Unidos, su mayor socio comercial y de donde importa el grueso de los alimentos que adquiere en los mercados internacionales, dada su creciente dependencia alimentaria.

¿Sirve de algo una Cruzada Nacional contra el Hambre que opera sin presupuesto propio, que recurre a las trasnacionales y a las buenas conciencias para allegarse apoyos, que, sin recursos, debe hacer frente al permanente cuan vertiginoso encarecimiento de los alimentos, que pasivamente observa cómo se incrementa la importación de aquellos y que nada hace para aminorar, por medio de la producción interna, la terrible sangría de divisas y la pérdida de soberanía que implica la masiva adquisición externa de alimentos? (alrededor de la mitad de lo que, poco o mucho, los mexicanos llevan a sus respectivos estómagos).

De acuerdo con la OCDE, el crecimiento que registra México en los precios de los alimentos (8.4 por ciento) equivale a la que de forma conjunta acumulan los países integrantes de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia y Reino Unido (8.7 por ciento), en los que –hasta donde se sabe– no existen cruzadas nacionales contra el hambre, sino abundante producción interna de alimentos y poder adquisitivo del salario (éste, en México, con una pérdida real de 85 por ciento en las últimas tres décadas).

Así, crecientes precios en alimentos, progresiva importación de productos de consumo básico y permanente pérdida del poder adquisitivo de los salarios es un coctel socialmente explosivo que pretende desactivarse con una cruzada nacional que, en el colmo, se apoya en la buena fe de empresas trasnacionales y las buenas conciencias nacionales, pero sin atender las causas que mantienen hambrientos a más de 28 millones de mexicanos y contando. Cómo estará la cosa que hasta la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos reconoce que un peso de hoy tiene un poder adquisitivo real de 15 centavos.

Con el campo productivo en el abandono y sus habitantes en la miseria, en las última dos décadas México importó alimentos por cerca de 200 mil millones de dólares. El año previo a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el país importó 10 por ciento (mil 800 millones de dólares) de los alimentos consumidos en el mercado nacional; 20 años después esa proporción se incrementó a 50 por ciento (27 mil millones de dólares), es decir, mil 400 por ciento de aumento entre una fecha y otra. Utilizando el mismo calendario, las importaciones de maíz pasaron de 70 millones de billetes verdes a 3 mil 500 millones, o lo que es lo mismo, 5 mil por ciento de incremento en el periodo (información del Inegi).

Los reportes oficiales más recientes indican que independientemente del constante crecimiento de los precios, a estas alturas México importa 75 por ciento del arroz que consume, 30 por ciento del maíz y 42 por ciento del trigo, por citar algunos casos. De 1990 a 2010 la importación de carne en canal bovino se incrementó casi 300 por ciento y más de mil por ciento la de aves. En 2010, comparado con 2009 (Inegi), importó cinco veces más carne respecto de la que exportó; seis tantos de leche, lácteos, huevo y miel; 12 veces de cereales; 3.6 veces de productos de molinería; 30 veces de semillas, frutos oleaginosos y frutos diversos; nueve veces de grasas animales o vegetales, y tres veces de preparaciones de carne y animales acuáticos.

Y si las cosas se mantienen intocadas, como hasta ahora, en tres lustros más (en 2028) para México la importación de alimentos ya no representará la mitad de lo requerido, sino 80 por ciento, de acuerdo con las estimaciones de la FAO, y no habrá presupuesto ni bolsillo que aguante ese ritmo. Entonces, con Cruzada Nacional contra el Hambre o sin ella, si no se modifica la política económica, se hace productivo al campo, se genera empleo formal y se aumenta el ingreso real de los mexicanos, la productiva fábrica de pobres seguirá a todo lo que da.

Sirva como cápsula de memoria social la reciente información del Inegi: si se considera únicamente a la población infantil en situación de pobreza multidimensional (más de 18 millones de niños menores de 14 años, o 56.3 por ciento del total) y aquellos vulnerables por carencias sociales con un ingreso superior a la línea de pobreza (19.7 por ciento), entonces tres de cada cuatro niños de cero a 14 años (76 por ciento) de estos dos grupos tienen al menos una carencia social, de los cuales 83.5 por ciento no tiene acceso a la seguridad social; 38.7 por ciento no puede acceder a la alimentación; 38.5 por ciento no cuenta con servicios de salud; 27.4 por ciento tiene carencia en la calidad y en los espacios de la vivienda; 26.5por ciento no tienen acceso a los servicios básicos en la vivienda y 10.6 por ciento tienen rezago educativo (La Jornada, Susana González y Alejandro Cruz).

Las rebanadas del pastel

Y eso que la niñez es el futuro de la patria.

cfvmexico_sa@hotmail.com