Se despojó de ética al proceso educativo y se perdió el sentido social de la formación


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Laura Poy Solano
Periódico La Jornada
Lunes 22 de abril de 2013, p. 40

Exponen especialistas los factores que trazaron la ruta del desastre actual.

Desde los años 70 México enfrenta un deterioro que se profuundizó con reformas fallidas.

Desde los años 70 del siglo XX, México enfrenta un proceso de deterioro de su sistema educativo que se ha profundizado con la aplicación de reformas curriculares y administrativas fallidas, advirtieron especialistas. son cambios que han propiciado que se pierda el sentido social de la formación. Al proceso educativo se le despojó de una ética.

Esto se tradujo, explicaron, en un empobrecimiento de la formación docente, pero también en una transformación de la forma en que opera la escuela, donde impera una visión individualista de la educación.

Investigadores de las universidades Autónoma Metropolitana (UAM), Pedagógica Nacional (UPN), del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM) coincidieron en señalar que factores como la explosión del demográfica y la demanda de acceso a la educación básica, evidente desde los años 70; el descuido en la formación inicial de los docentes; su creciente burocratización sindical, así como la entrega, desde el gobierno federal, de cargos administrativos a dirigencias gremiales, trazaron la ruta de un verdadero desastre educativo.

Sin embargo, alertaron, hoy se quiere encontrar un solo culpable: el maestro. Sin reconocer que ha sido sólo un elemento de una larga lista de desaciertos, que aún no podemos corregir.

Lucía Rivera Ferreiro, profesora de la UPN y experta en el sistema educativo nacional, señaló que pasamos de la construcción, en los años 30 y 40, del docente como un agente comunitario con el compromiso de impulsar un proyecto de nación, a vivir la docencia como una profesión de riesgo, donde lo importante es no meterse en problemas y mantener un empleo en condiciones cada vez más precarias.

Agregó que el deterioro de la calidad educativa en el aula se profundizó con la firma en 1992 del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, con la que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari dio un golpe maestro.

Hasta entonces, explicó, las modificaciones en el sector habían sido esencialmente curriculares, de contenido en los libros de texto gratuitos, y en la formación continúa de los docentes, pero no se había tocado la forma en que operaba la escuela.

Pero con el arranque del proceso de modernización educativa, que desde finales de los años 80 había dado sus primeros pasos, a la par de una omnipresencia cada vez más evidente del gremio magisterial en cargos del sistema educativo, se plantea una transformación que implica reformas de planes y programas, en la formación del maestro y en cómo se debía trabajar en la escuelas. Todo opera bajo nuevas reglas.

Se impulsa una transformación, agregó Lucía Rivera, de gran calado donde la educación deja de ser concebida como un derecho humano y un bien social cuya responsabilidad en el acceso, pertinencia y permanencia recae en el Estado, a ver la educación como un servicio, una mercancía, un objeto de asistencia social, e incluso, de caridad.

En entrevista, Ruth Mercado, experta en formación docente del Cinvestav, alerta que hoy se identifica el deterioro educativo con los bajos rendimientos obtenidos en las evaluaciones de alumnos de formación básica, sin considerar que se trata de pruebas estandarizadas que técnicamente adolecen de innumerables defectos.

Los malos resultados, dijo, son atribuidos a los maestros, como si no fueran parte de todo un sistema educativo que ha mostrado en su conjunto, desde sus más altas esferas, un mal funcionamiento en la aplicación de programas y en la gestión escolar.

Agregó que hay una escasa atención a muchos de los programas para los cuales los docentes no son capacitados, los cuales llegan siempre a las escuelas sin considerar las verdaderas condiciones de trabajo del profesor, por lo que están condenados al fracaso, incluso antes, de que lleguen a los salones.

Juan Manuel Rendón Esparza, ex director y catedrático de la BENM, coincidió en afirmar que el punto de quiebre en el deterioro educativo en México se genera con la descentralización educativa. A partir de ese momento se profundiza la asfixia de las normales, con el abandono financiero y académico.

Recordó que desde la reforma de 1984, con la que modificaron planes de estudio y materiales pedagógicos, inició un proceso de transformación de la instituciones formadoras de docentes, las cuales lentamente fueron adoptando una visión más neoliberal de la educación.

Al respecto, Alberto Padilla Arias, catedrático de la UAM, experto en procesos educativos, afirmó que ante este escenario, no se puede soslayar el papel del corporativismo sindical en un proceso de burocratización del magisterio, que ha tenido un efecto muy negativo en la práctica docente.

Agregó que los factores del desastre educativo son múltiples, pero la solución debe incluir a los maestros, pues sin su participación y un verdadero compromiso, las propuestas que presente la autoridad educativa serán sólo un discurso.

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