Enseñanza de la historia

Suplemento EDUCACION de la UACM, Núm. 3
3 de octubre de 2009
Entrevista a Alberto Sánchez Cervantes

¿Qué problemas principales observa en la enseñanza de historia?

Un problema central en la educación primaria y secundaria es el carácter enciclopédico de los programas de estudio que, sin excepción, están saturados de contenidos. Los programas exhaustivos y la estrechez de tiempo generan la reproducción de prácticas que en lugar de potenciar el desarrollo intelectual y la formación de los estudiantes, los retrasan e incluso lo atrofian. Con el apuro de ver los temas los maestros acuden al dictado, el resumen, la solución de las actividades del libro, los cuestionarios y los trabajos de seudoinvestigación. Nada de reflexión, análisis ni comprensión. No se seleccionan contenidos para estudiarlos a fondo y favorecer la comprensión y el desarrollo del pensamiento histórico de los alumnos. ¿Por qué la necedad de estudiar la historia de la humanidad desde el primer australopiteco hasta el último periodo presidencial?, ¿necesitan todo eso los estudiantes de nivel básico para comprender lo que pasa a su alrededor?, ¿da tiempo para enseñar y aprender tantos contenidos?

Otro problema es que la enseñanza sigue dando preferencia al manejo de datos fragmentados, descontextualizados, y a la capacidad de los alumnos para evocarlos a la hora del examen. Estamos lejos aún de concebir la historia como un conocimiento que contribuye a desarrollar en los niños la capacidad para pensar históricamente la sociedad y el mundo donde viven, para comprender que son producto de largos y complejos procesos de transformación y cambio. La enseñanza de la materia sigue anclada en los motivos que le dieron origen en el siglo XIX: la formación de la identidad nacional y el fomento del amor a la patria, aspectos encomiables, que aún tienen un peso muy importante en la determinación de los contenidos educativos.


Novae Novi Orbis Historiae, de Giroralmo Benzoni y Théodore de Bry, 1528-1599 (FRSA-UNAM)
 
En este sentido, la Reforma Integral de la Educación Básica no aporta grandes cambios ni en los programas ni en los libros de texto gratuitos. Más bien se han creado nuevos problemas, algunos de ellos muy graves. Por ejemplo, los programas de estudio de la educación primaria y secundaria contienen contradicciones entre los principios pedagógicos que supuestamente los sustentan y su extenso temario. Si bien se reconoce el valor formativo de la historia y se expresa el interés de informar a los niños y adolescentes y desarrollar sus habilidades de investigación, análisis e interpretación de hechos y procesos históricos, los temarios exhaustivos lo echan todo a perder, pues están hechos a semejanza de un cajón de sastre, en donde todo cabe. Quienes escribieron las orientaciones pedagógicas consideraron al que aprende, pero quienes hicieron los temarios no tomaron en cuenta las necesidades e intereses de los alumnos. El problema es que la sobrecarga de contenidos obliga a enseñar una historia muerta, alejada de la vida personal y social de los estudiantes. No es de extrañar que estas condiciones fomenten en los estudiantes una idea equivocada de lo que es la historia.

2. ¿Cómo han surgido, qué causa estos problemas?

Creo que la causa principal es que no hemos discutido en serio y con profundidad cuál es el valor formativo de esta disciplina para nuestros niños y adolescentes; cuando lo hagamos, nos daremos cuenta de que los programas enciclopédicos son inútiles para despertar en los estudiantes la curiosidad por estudiar el pasado y comprender la relación que tiene con su presente. Si se trata de que entiendan el mundo en que viven, se preparen para participar en una sociedad democrática, reconozcan y aprecien sus raíces culturales, conozcan, comprendan y valoren culturas distintas a la propia y se inicien en los métodos de trabajo del historiador, entonces los programas que propone la reforma son un obstáculo para lograr esos fines: su amplitud temática no garantiza prácticas de enseñanza que propicien la comprensión; los programas de historia para segundo y tercero de secundaria lo ilustran con claridad, y algo semejante sucede con los de primaria.

¿Qué podría aportar una reforma educativa a su solución?

Una reforma debería partir de discutir y definir las finalidades de la enseñanza de la historia, asumir en serio las conclusiones que se obtengan y actuar en consecuencia, cuidando que los contenidos sean consistentes con los presupuestos pedagógicos de los programas de estudio, en lugar de la falta de correspondencia que hoy existe y que hace imposible alcanzar los propósitos establecidos.


“El ejército en el Zócalo”,
autor: Cel-li, wikimedia commons
Definir primero las finalidades de la asignatura, lo que se quiere lograr en términos de aprendizaje, es lo que posibilita elegir contenidos pertinentes con la propuesta. El problema está entonces no sólo en la cantidad, también en la calidad de los temas que se incluyen; enfrentarlo implica reducir su número y seleccionar los que sean relevantes de acuerdo con las finalidades establecidas y con el tiempo real de enseñanza; esto significa ir contra la tradición.

Pero tampoco se trata de mutilar los temas de estudio. Por ejemplo, en el libro de sexto grado de primaria, distribuido por la SEP en este ciclo escolar, –amén de los errores de información y conceptuales que contiene, la saturación de datos y la pobreza de su diseño editorial– se hace un corte arbitrario que me parece incorrecto. Abarca sólo hasta el descubrimiento de América, dando la impresión de que se quiere evitar que los niños conozcan la consecuencia más importante de la expansión europea de los siglos xv y xvi, que es, entre otras, la conquista, colonización y expoliación de los territorios descubiertos, que contribuyeron con sus riquezas –particularmente la plata– al desarrollo del capitalismo europeo. El equivalente de esta grave omisión sería estudiar el inicio del movimiento de independencia encabezado por Miguel Hidalgo y no revisar la consumación pactada por la élite criolla diez años después.

4. ¿Qué problemas identifica en el actual proceso de reforma?

A juzgar por los productos que ha hecho públicos la sep, creo que se está trabajando con demasiada precipitación, se quiere sacar la reforma cueste lo que cueste, así sea en detrimento de la calidad de la escuela pública. Del libro de texto ya se han expuesto públicamente sus limitaciones. Me preocupa su pobreza narrativa y su carácter enciclopédico; en lugar de poner énfasis en la explicación de los grandes procesos históricos de la historia de la humanidad para promover su comprensión y su relación con el presente, se opta por incorporar múltiples temas y datos. Los programas de estudio también tienen problemas. El de sexto grado adolece de fallas notorias en cuanto al enfoque de enseñanza, los propósitos educativos (varios mal redactados), la selección y organización de contenidos y las supuestas “competencias” que se enuncian, que no son tales.

En fin, creo que esta reforma, más que impulsar un cambio hacia delante en la enseñanza de la historia está echando por la borda lo poco que se había avanzado en los últimos quince años.

Alberto Sánchez Cervantes es profesor de educación primaria e historiador. Miembro del Consejo Editorial de la Revista Cero en Conducta.

El texto original fué tomado de aquí.

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